Aún con el corazón perforado ¡tengo fuerzas!

Ella sabía lo arriesgado que era enamorarse, y aún en pie, consciente de su caída suspiró ‘Sólo me dejé ganar’, aunque pude bajar la cabeza para evitar el golpe.

Y en cuanto a una segunda vez, se propuso atacar muy en serio, con la consigna de ignorar las consecuencias. Pensar muy bien en las líneas de defensa y tantear la posición del enemigo. Apuntar y dar en el blanco, sin segundas oportunidades...

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